Cuando la mascota muere: opciones para manejar sus restos, y cómo notificar su pérdida a los niños.

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noviembre 23, 2016

Cuando la mascota muere: opciones para manejar sus restos, y cómo notificar su pérdida a los niños.

Cuando la mascota muere

Cuando la mascota muere, se debe elegir cómo manejar sus restos. A veces, en medio del dolor, puede parecer más fácil dejar la mascota en la clínica para que ellos se encarguen de deshacerse de sus restos. Consulta con tu clínica para averiguar si hay un coste por eso. Algunos refugios también aceptan tales restos, aunque muchos cobran una cuota.

Si prefieres una opción más formal, hacer un entierro es una opción. Es económico y te permite diseñar tu propio funeral con un coste reducido. Sin embargo, las regulaciones de los ayuntamientos, por lo general, prohíben los enterramientos de animales domésticos en terrenos privados, y muchos carecen de cementerio de animales.

La cremación es una opción menos costosa que te permite manejar los restos de tu mascota en una variedad de maneras: enterrar las cenizas, dispersarlas en una ubicación preferida, colocarlas en un columbario, o incluso mantenerlas contigo en una urna decorativa (de los cuales unas amplias variedades están disponibles).

¿Qué le debería decir a mis hijos?

Eres el mejor juez sobre la cantidad de información que sus hijos pueden manejar sobre la muerte y la pérdida de su mascota. No hay que subestimarlos, sin embargo. Puede suceder que, por ser honesto con ellos acerca de la pérdida de su mascota, es posible que tengan que hacer frente a algunos temores y falsas percepciones que tienen sobre la muerte.

La honestidad es importante. Si dices que la mascota fue a dormir, asegúrate de que tus hijos vayan a entender la diferencia entre la muerte y el sueño ordinario. Nunca decir que la mascota «se fue», o tu hijo puede preguntarse lo que él o ella ha hecho para que se vaya y espere con angustia a que vuelva. Eso también hace que sea más difícil para un niño aceptar una nueva mascota. Dejar claro que la mascota no va a volver, pero que es feliz y está libre de dolor.

Nunca asumas que un niño es demasiado pequeño o demasiado mayor para llorar. Nunca critiques a un niño por sus lágrimas, o diles que sea fuerte, o no sentirse triste. Sé honesto acerca de su propio dolor; no trates de ocultarlo, o los niños pueden sentirse obligados a ocultar su dolor también.

Discutir el tema con toda la familia, y dar a todos la oportunidad de trabajar a través de su dolor a su propio ritmo.

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