Mascotas, Calidad de vida

Cómo evaluar la calidad de vida de nuestra mascota (parte 2)

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enero 19, 2017

No vayas a mi tumba a llorar.

No estoy allí, no duermo.

Soy un millar de vientos que soplan,

Soy los brillos de diamante en la nieve.

Yo soy la luz del sol sobre el grano maduro,

Soy la lluvia gentil del otoño.

Cuando se despierte en el silencio de la mañana,

yo soy el surgir que se eleva

de las aves tranquilas en vuelo, en círculo.

Soy las estrellas que brillan en la noche.

No vengas a mi tumba a llorar,

yo no estoy ahí, no he muerto …

María Frye

Tomar una decisión

La evaluación de la calidad de vida de una mascota es un proceso continuo, no es decisión de una sola vez. En un principio, es probable que intentes compensar los problemas que vemos: los analgésicos podrían aliviar su malestar y mejorar la movilidad. Un cambio en la dieta le ayudará a tener más apetito o proporcionar una mejor nutrición y tener más atención, todo para que nuestra mascota tenga una mejor calidad de vida. Aunque habrá un momento en el todo aquello que vayamos haciendo, comience a perder efectividad, y sea cuando intentemos evaluar su «calidad de vida», realmente es una dura cuestión de determinación (y decisión) sobre que hacer a continuación.

Siempre es tentador posponer una decisión, más cuando la decisión es “dejar que la naturaleza siga su curso”. Antes de elegir ese curso de acción (o inacción), es importante entender que, como dueño de tu mascota, has intentado frustrar el “curso de la naturaleza” desde el principio. Al asegurarte de que tiene alimento y refugio, la proteges de los depredadores, y has garantizado que la naturaleza no siga su curso. Al proporcionarle tratamiento médico, has prolongado su vida mucho más allá de lo que podía haber esperado si la hubieras dejado en manos de la naturaleza.

En la naturaleza, un animal que llega a estar demasiado enfermo para obtener alimentos o protegerse, perecería rápidamente, y tú te has encargado de que no sea así.

Si decides dejar que la naturaleza “siga su curso” en la comodidad de tu hogar, la naturaleza no ofrece necesariamente un final “fácil”, incluso, si no puede respirar con facilidad, no puede comer o digerir los alimentos correctamente, no puede controlar sus funciones corporales, y apenas puede moverse o disfrutar del contacto humano a causa del dolor, por lo que tu mascota pude estar sufriendo.

Esto es realmente lo que el problema de la «calidad de vida» trata. Al usurpar el papel de la naturaleza en toda la vida de nuestras mascotas, a veces tenemos que aceptar (y lograr) también nuestro papel en la determinación sobre el final de nuestra mascota. Para aceptarlo, es posible que también tengas que aceptar que, en algunos casos, la calidad de vida que estamos realmente tratando de proteger es la nuestra: ya que estamos permitiendo que nuestra mascota sufra a causa del deseo de evitar la angustia que sabemos que vamos a experimentar cuando ya no esté. Y que, en última instancia, es el acto más desinteresado de amor que podemos ofrecer: acabar con el sufrimiento de nuestro compañero/a, nuestro amigo, nuestro familiar…

Fin

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