Aunque parezca lo contrario, que tu perro no te despida al salir de casa, o muerda tu ropa, es una señal de afecto. Y hay más.
Una vez nos conocen, una vez somos su manada, los perros se pasan toda su vida mostrándonos afecto. Y también reclamándolo. Una de las señales más obvias es cuando no deja de lamerte o buscar mimos, incluso acercando su hocico a tu mano para que lo acaricies. El gesto crucial es el de ponerse panza arriba, ya que es un gesto de confianza y sumisión.
Por lo general, un perro concibe un abrazo como algo negativo, ya que lo considera una pérdida de espacio. No es un gesto que ellos realicen, pero lo permiten ya que saben que se lo enviamos como forma de afecto. Dormir a nuestro lado es otro gesto de confianza, que puede asociarse al ponerse sobre tus pies. Ambas acciones denotan no solo confianza si no también propiedad: somos algo importante para ellos, y no permiten que alguien más comparta nuestro amor.
Si nos trae su juguete favorito, aparte de ser una señal clara de querer jugar, también lo consideran un regalo, ya que te están cediendo eso que es tan suyo. Una acción que se asemeja a cuando nos siguen por casa, hasta al baño: nos necesitan, no pueden vivir sin nosotros.
Los perros sonríen. Sí, sí, tal cual. Los perros logran imitar el gesto de la sonrisa humana, asociándolo a un momento de felicidad. Al igual que cuando sonreímos, cuando estamos tristes, preocupados o agobiados, acuden raudos a ver qué pueden hacer. No tendrán una respuesta a nuestros problemas, pero sí un lametón que nos indica que todo irá bien.
Es normal que cuando lleguemos a casa, nuestro perro se alborote, mueva la cola y de saltos. ¿Por qué no hace eso al marcharnos? No es que le de igual, al contrario, es una señal de confianza, ya que sabe que volverás. Otra señal extraña de cariño es morder tu ropa, sobre todo cuando son cachorros. Esta acción se debe a que tu ropa tiene tu olor, y para nuestro perro, eso es una joya asociada a su ser más querido.
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