Nos encanta veranear con nuestras mascotas, verlas jugar y descubrir lugares nuevos a su lado. Durante este periodo vacacional, las mascotas corren sin tregua con una libertad de la que, por lo general, no disponen en su domicilio particular. Pero al llegar la vuelta a la normalidad, su alegría puede irse al traste.
Si nuestra mascota muestras síntomas de apatía, u observamos problemas en su desplazamiento, es hora de acudir al veterinario. Pude parecer un asunto baladí, pero la depresión postvacacional también les afecta.
Los principales problemas que se pueden generar tras las vacaciones son dos. Por un lado, cierta fatiga o dolores articulares tras una actividad física mayor de lo normal durante un periodo prolongado. Por otro, contactar con algunos agentes patógenos como las pulgas, llegando a generar dermatitis.
A la vuelta de las vacaciones será necesario revisar en nuestro veterinario la posible presencia de pulgas, garrapatas, ácaros zoofilos, etc y más aún ante cualquier signo cutáneo. Además, debemos tener en cuenta que estos inoportunos huéspedes, además son potenciales transmisores de un sinnúmero de enfermedades como la Erlichiosis, nematodosis, Borreliosis, Filariosis, etc. y que potencialmente pueden afectar también a los humanos.
Javier Álvarez de la Villa (Centro Veterinario Víctor de la Serna)
Llegados a este punto, se hace necesaria la revacunación. Rabia, moquillo o hepatits son algunas de las vacunas esenciales. Además con la entrada en el otoño, nuevas patologías pueden hacer acto de presencia al resentirse el sistema inmunológico, sobre todo en lo que a sistema respiratorio se refiere.
Y hagamos mención especial a la siempre temible lehismaniosis. En verano, es común acudir a lugares donde los mosquitos pueden inocular la larva a nuestra mascota. Las zonas costeras son idóneas para la presencia de flebotomos. No hay que confiarse, y es preferible pasar por una revisión y descartar riesgos, ya que la aparición de la lehismana puede retrasarse incluso varios meses.
Fuente: ABC.