Nuestra mascota pasa mucho tiempo a nuestro lado, comparten con nosotros miles de momentos y, con sus reacciones, nos alegran el peor día. La pérdida de un ser de estas características, no puede resultarnos indiferente. Debemos tener claro que nuestra vida no es igual una vez una mascota entra en ella, pero tampoco lo será cuando marche. Es un proceso doloroso, a veces inesperado y otras prolongado, pero siempre nos afecta. Hasta para este momento, hay que estar mentalizados.
El motivo por el que la pérdida de nuestra mascota nos afecta igual (o más) que la de un familiar, es sencillo: nuestra mascota ha logrado el status de familiar, ha alcanzado la cima de todo el cariño que podemos dar a un ser. Y al ser tanto el amor que profesamos, tan dura es su marcha, cuyas secuelas pueden durar hasta seis meses tras el suceso.
Una mascota nos da todo su amor y nos es leal siempre, actos que no todos los humanos nos aportan. Es por ello que cuando nos abandonan, el ser humano atraviesa lo conocido como «fin de una relación especial«. Esta relación no la pueden entender aquellos que no han tenido una mascota, por lo que no se puede explicar. Tampoco se les puede culpar, ya que los sentimientos generados por un animal, no pueden explicarse, han de vivirse.
Cuando la pérdida es de una mascota, es común que nuestros allegados quieran quitar hierro al asunto, aludiendo a su condición de animal. Pero no hay que esconder la tristeza, hay que expresarla y así afrontar este duelo. Nunca debemos culparnos por lo sucedido: si la mascota atravesó una grave enfermedad, se aplicaron todas las medidas para curarla hasta que no hubo otra opción; si sufrió un accidente, habríamos hecho cualquier cosa por evitarlo. Nunca hay que pensar «pude hacer más», porque de haber podido, se hubiese hecho.
El duelo es el tiempo que cada uno necesita para superar esta pérdida, pero hay que tener en mente volver a nuestra vida, ya que si no, corremos el riesgo de encallar en la tristeza. Poco a poco, hay que seguir viviendo con los buenos recuerdos, con una sonrisa por saber que hemos tenido la gran suerte de haber sido queridos por una mascota, y que hemos devuelto todo ese cariño.
Respecto a sus juguetes, hay muchas asociaciones que los aceptarán agradecidos. Y en cuanto a traer un nuevo peludo a casa, lo mejor es esperar un tiempo, para evitar comparar al nuevo inquilino con el anterior.