Ponernos cariñosos cerca de una mascota puede ser un problema, pero tiene una explicación y una solución
Cuando una pareja convive con una mascota, hay una situación tabú que todas viven, pero de la que ninguna habla: las relaciones íntimas. Suele ocurrir que nuestra mascota se quede mirando cuando empiezan los besos, y tenga diferentes actitudes.
Lo más común es que la mascota se sienta apartada, por que tratará de ponerse en medio de la pareja, y en este momento, podemos cesar nuestra actividad conjunta, o bien continuar, y esto último conlleva un riesgo.
La mascota entiende qué está pasando, ya que al iniciarse un relación íntima, se emiten feromonas, una sustancia química que los humanos desprendemos para atraer a otros de nuestra especie. Estas feromonas son detectadas por nuestra mascota.
Respecto a sus actitudes, puede ocurrir que nuestra mascota sea posesiva y territorial y si no reconoce a nuestra pareja, es probable que se ponga agresiva, queriendo defendernos mediante ladridos o ataques físicos. Lo más recomendable es que tengamos un proceso de adaptación con este animal, un proceso lento pero que evitará estrés en la mascota.
Todo esto está relacionado con una actitud que tienen los perros, a la hora de olisquear las partes íntimas de alguien. Como es obvio, esto no lo hacen por atracción ni deseo, si no que están obteniendo información básica como el sexo, la edad, salud e incluso estado de ánimo de las personas. Una vez que tiene asimilada dicha información, entenderá que el acto íntimo no es algo peligroso.
Pero hay que evitar que nuestra mascota lama, o deje caer pelo en nuestras partes íntimas ya que es algo que puede derivar en infecciones. Lo mejor para evitar problemas en estos momentos íntimos, es distraer a la mascota con comida o juguetes.
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